Alma te cuenta, datos y +: Sobre la temporada social en el Londres victoriano.



Toda fanática de los romances de época se ha topado con alguna historia victoriana ambientada en plena “temporada”. ¿Sabes de qué se trata? Para mí resultó muy curioso y sorprendente, al investigar para La Perfecta, descubrir que se trataba de mucho más que simplemente unas “vacaciones” en la vida de los habitantes en Londres, sino que, todo lo contrario. Hoy les traigo un resumen de lo que aprendí de ella recopilado por mí, y que me ha resultado muy útil, tanto para el desarrollo de mis novelas, como para ubicarme temporalmente en las historias de este tipo que leo.
Londres Victoriano
La Temporada Social Londinense (Temporada o The season en inglés) es un término utilizado para referirse al periodo del año en el que los miembros de la alta sociedad inglesa abandonan sus residencias en el campo y se trasladan a inundar las calles de Londres con el único fin de asistir a una abundante serie de exclusivos eventos: fiestas, bailes, cenas y todo tipo de actividades ocuparán, durante este periodo, el tiempo de la aristocracia y la alta burguesía.
Se desarrolló a contar del siglo XVII, pero alcanzó su punto máximo esplendor en el siglo XIX, que como hemos dicho en la entrada anterior, es en el que se desarrolla justamente la época victoriana. De ahí que en muchas de nuestras novelas favoritas veamos a nuestra heroína ocupada en un sinnúmero de actividades sociales.
Visita amistosa

Si bien se trata de un evento que continúa practicándose en la actualidad, y su duración exacta fue variando, dependiendo de la época y el transcurso del tiempo, durante el reinado de Victoria la Temporada iniciaba, hasta 1837, pasada la navidad (entre enero y febrero). En general, se entendía iniciada el día 18 de enero, en el que se celebraba el “Día de la Reina”, por lo que era preciso presentarse ese día en La corte. Además, coincidía con el inicio de las sesiones del parlamento británico, por lo que tenía una gran relevancia en el desarrollo de la política del país, ya que los miembros de ambas cámaras participaban activamente en ella.  A contar de 1837, el inicio de la temporada se vio retrasado para marzo-abril, (acabada la celebración de pascua), pero añadiéndose una pretemporada o “Little season” entre octubre y diciembre. Finalizaba, de todas formas, al comenzar la temporada de caza, generalmente coincidiendo con el “Glorius 12” (12 de agosto), día en que se daba inicio a la temporada de caza de la perdiz roja.  

Baile de debutantes

Durante estos meses, de primavera y verano, la aristocracia y la nobleza terrateniente abandonaban sus residencias consideradas habituales en el campo para instalarse en Londres a disfrutar de los exclusivos eventos en las grandes mansiones de los principales miembros de la aristocracia, sociabilizar en espacios públicos y participar en la política. Todos estos eventos apuntaban a un fin principal: Servir de “feria de matrimonio” para las jovencitas de buena sociedad, guiadas minuciosamente por sus madres o protectoras. La principal preocupación de estas jovencitas radicaba en mostrarse en el lugar oportuno, en la compañía correcta (obviamente, junto a nacidos ricos e influyentes) y vestidas correctamente para cada ocasión y hora del día. 

Teatro victoriano
Gran parte de las actividades se desarrollaban en espacios públicos: Se organizaban acontecimientos deportivos, como las regatas de Hentley, de Derby o de Epson, y las carreras de caballo en el Royal Ascot; resultaban imperdibles los paseos matutinos por el Rotten Row, o de media tarde por el Hyde Park, preferentemente en coche a caballo, y por supuesto,  a techo descubierto a fin de dar la oportunidad a los demás paseantes de intercambiar saludos y observar sus galas. Las visitas al Egiptian Hall (el museo de historia natural), en Picadily Street, a las exposiciones de arte en el Royal Academy o, para los más avezados, a la cámara de los horrores de Madame Tussauds resultaban también provechosas ocasiones sociales, en las que intercambiar saludos e invitaciones a otras reuniones. Las expediciones al jardín de atracciones en Chelsea o al mercado Covent Garden, e incluso a visitar las tiendas de Hay Market, Regent Street y Oxford Street mantenían ocupadas a las damas y sus chaperonas. Y por supuesto, resultaba imposible no asistir a espectáculos artísticos como el teatro, la ópera o los conciertos de Exeter Hall.
Cena victoriana
También muchas reuniones se celebraban en recintos privados: Ya que las jóvenes no podían asistir a cenar a restaurantes o cafés, las cenas íntimas, con un número reducido de asistentes eran una ocasión recurrente y útil para sociabilizar. En ellas, las parejas invitadas accedían al comedor en orden de su rango nobiliario y estatus social, los menús repartidos eran escritos en francés y contaban con una degustación de 8-9 platos en promedio, acompañados de las infaltables bebidas: burdeos y champañas. Luego de la hora de cenar se desarrollaban los bailes de diverso tipo, al que asistían entre 200 a 500 invitados. Duraban ¾ de la noche y se constituían como la ocasión más propicia para el galanteo y el acercamiento entre las damas casaderas y los varones interesados ¡Pero cuidado! No solo la etiqueta de vestuario y los modales debían ser ajustados a protocolo: El galanteo tenía límites y, por ejemplo, ninguna dama podría bailar más de tres bailes con el mismo caballero. Esto era considerado un terrible escándalo y si la pareja no anunciaba su compromiso o se casaba prontamente, la joven podría caer en la deshonra y el destierro social.

Pequeño concierto
Y no sólo en las noches se realizaban actividades. Durante el día, las apretadas agendas permitían que se realizasen visitas ceremoniosas o de carácter formal entre las 3 y 4 de la tarde, y nunca de más de un ¼ de hora por visitante. Si se trataba de visitas menos formales, podían realizarse entre 4 y 5, y ya si se deseaba visitar a alguna amistad o familiar, podía hacerse entre 5 y 6, sin problema. También se organizaban almuerzos y tés de media tarde, acompañados generalmente por un breve concierto o recital de canto otorgado por las jóvenes anfitrionas o algunas invitadas, a veces acompañadas por caballeros entusiastas. A última hora de la tarde, entre las 6 y las 7, podían celebrarse las llamadas “Garden Parties” o fiestas de jardín, en las que los invitados disfrutaban del frescor del final del día acomodados en mantas sobre el césped y distendidos compartían alguna merienda, mientras se realizaban algunos deportes que propiciaran el flirteo entre los asistentes.

Presentación en sociedad de una burguesa.
Para participar de todos estos eventos, una dama, noble o burguesa, debía haber sido presentada en sociedad, y la temporada social constituía una muy buena oportunidad para que las jóvenes casaderas dieran este paso. La “presentación social” o ante la corte consistía en un evento en que la joven en cuestión y previa cita debía concurrir al palacio de Buckingham o a St. James (dependiendo de la fecha) y esperar su turno para ingresar al salón y presentarse ante la Reina. Para conseguir la cita, debía solicitarse por otra dama, de buena reputación y ya presentada a la corte (generalmente la madre de la joven o una familiar directa, o alguna otra dama de sociedad que diese fe de ella). Si se trataba de la hija de un noble, la reina la recibiría y besaría su frente. Si solo se trataba de una joven acaudalada, era ella quien debía inclinarse ante la reina y besar su mano. No es para pensar que se tratase de algo muy simple: Constaba de un sinnúmero de pasos y protocolos a seguir y su resultado perseguiría a la joven hasta el día de su muerte. Se trataba de uno de los momentos más importantes de la vida de una joven, por lo que tanto ella como su familia se preparaban con esmero. Esta ceremonia, que iniciaba a las 10 de la noche, era presenciada por los demás miembros de a corte, por lo que resultaba la ocasión ideal para los jóvenes en busca de esposa y sus familias, de observar con atención a las damas casaderas de esa temporada, en miras a la oportunidad de hallar una esposa adecuada. 
Cortejo
Una vez realizada dicha ceremonia, las “debutantes” (modo de referirse a una dama recién presentada, durante su primera temporada) eran “lanzadas a la escena social”, quedando capacitadas para asistir al Royal Ascott (hipódromo), fiestas de té vespertinas, partidos de polo y bailes, todos ellos escenarios en los cuales debían hacer gala de sus mejores aptitudes: actuar del modo apropiado para una dama. Muchas de estas jovencitas, además, ofrecían una “fiesta de presentación” en la que las familias se esmeraban en dar gala de sus lujos y buen gusto para motivar a los invitados varones a cortejar a sus hijas. 
A fin de cuentas, todo se trataba de eso: Conseguir el mejor enlace para las jóvenes, antes de que acabase la temporada.

Me vuelvo al campo
¡No podría con tantas actividades! Yo, al menos, habría llegado a agosto agotada y agradecida de que todo el ajetreo acabase (probablemente, como Temperance, agradecida de regresar al campo) ¿A que ustedes no?

Hoy en día, aunque no existe una organización oficial de la temporada social, muchas tradiciones y costumbres permanecen, aunque con variaciones y adecuaciones. La temporada social londinense, hoy en día, se extiende de abril a agosto y en ella participa en actividades oficiales la Reina Elizabeth II, sus descendientes, la nobleza y miembros de la corte.
¿En cuáles de estos eventos vemos a Honoria durante su última temporada social? Sin pensarlo mucho, se me ocurren a menos 3 ¿Y a ustedes? ¡Espero sus respuestas!
¡Nos leemos!

Alma de Película: Señorita J




Sinopsis:
Mademoiselle de Joncquières  (en español, Señorita J) es un drama romántico francés, escrito y dirigido por Emmanuel Mouret, estrenada en 2018. En la Francia del siglo XVIII. Madame de La Pommeraye, una joven y bella viuda, que se enorgullece de no haber estado enamorada, termina cediendo a los avances del marqués de Arcis, un libertino conquistador, que la corteja fervorosamente, para después de algunos años felices, reconocer que se ha cansado de ella poco a poco. Ella, al descubrirlo, decide adelantársele y romper la relación, fingiendo una sincera y cercana amistad, pero en realidad se halla tan lastimada y herida en su orgullo, que decide se vengarse humillando al marqués. Para ello orquesta una puesta en escena que lo lleva a casarse con Mademoiselle de Joncquières, de quien él se ha enamorado perdidamente gracias al ardid de  la Madame, desconociendo que la joven de quien se ha enamorado es en realidad una prostituta, llevada a la mala vida a raíz de un engaño del esposo de la madre.

Reparto principal:
Cécile de France: Madame de La Pommeraye
Édouard Baer: Marqués de Arcis
Alice Isaaz: Mademoiselle de Joncquières
Natalia Dontcheva: madre de Madame de Joncquières
Laure Calamy: Lucienne, amiga de Madame de La Pommeraye

Datos Generales:
País: Francia
Año: 2018
Género: Drama Romance
Duración: 109 minutos
Idioma(s): Francés

Comentario:
Una calurosa tarde de noviembre me topé con esta magnifica cinta en Netflix. La he disfrutado casi por completo (casi, por que el primer aire feminista que parecía llevar la protagonista se pierde al final) pero cuenta con una historia divertida, un elenco muy certero y una bella fotografía. La música, el vestuario y toda la atmósfera que otorgan los escenarios utilizados, detallista y minuciosos, resultan deliciosos. La he visto en su idioma original, con subtítulos, y el efecto resulta aun mejor. Te transporta a la época y la vida de sus protagonistas. Liviana y agradable. Muy recomendada.



Mi puntuación: 

¡No olvides contarme si ya a has visto!


Romances del Alma: Y entonces el la besó, de Laura Lee Guhrkhe.



Argumento:
Ambientada en el Londres de 1893, relata la historia de una atípica y voluntariosa señorita llamada Emma Dove, quien lleva cinco años ejerciendo el cargo de secretaria del escandaloso Vizconde Harrison-Harry- Marlowe.
Él carga con una bullada vida, que lo ha tenido en el ojo del chismorreo local durante mucho tiempo: Su matrimonio y posterior divorcio con una americana primero, y luego la compra de un periódico de baja calidad y el hecho de que decidiera trabajar en él como editor, realizando infames publicaciones en contra de la institución del matrimonio, para, además, tomar la avezada decisión de contratar a una jovencita como secretaria, lo han convertido en el foco de los murmullos de la alta sociedad.
Ella es una joven sensible, de principios firmes y estrictas convicciones morales, y una abnegada trabajadora, que pronto se convierte en indispensable en la vida del Vizconde: Su eficiencia y responsabilidad, la llevan a encargarse incluso de escoger los regalos para su familia o examantes despechadas. Su apariencia sencilla y templada, la lleva a cumplir sin rechistar las más extravagantes tareas que su jefe le solicita, pero su corazón guarda un sueño: Publicar un libro de buenas conductas. Su jefe, el Vizconde, hasta ahora ha rechazado todas las propuestas de escritos que ella le ha entregado, pero tras súplicas e intentos, ella se percata de que nunca los ha leído. Furiosa, y herida, toma la decisión de cumplir su sueño a como dé lugar: Renuncia a su trabajo y, solicita empleo en el periódico de la competencia. El rival de Marlowe, dueño del otro periódico, le otorga amplias facultades, e incluso le permite encargarse de la redacción de una columna semanal sobre buenas maneras y consejos. Al enterarse del ímpetu de su secretaria, Harry, furioso, se empecina en acosarla para convencerla de que regrese a su puesto de secretaria, lo que llevará a un cambio total en la relación entre ambos, y desencadenará finalmente un apasionado romance.

Mi opinión:
Se trata de la primera entrega de la saga “Las chicas de Little Russell” o “Solteronas” y una de las mejores de la autora. No sólo es una novela amena y ágil, sino que también cuenta con grandes escenas divertidas y románticas. La trama es sencilla y cercana, pero mantiene como hilo de fondo una clara crítica a la desmejorada situación de las mujeres en la sociedad de la época, y un rechazo a la presión social sobre sus miembros. Los personajes llevan construcciones coherentes, siendo Harry el que guía poco a poca una aceptación de parte de Emma de atributos que ocultaba su personalidad. Cabe señalar la particularidad que representa el Vizconde, ya que se trata de un Lord bastante atípico: rechaza los estándares de su sociedad, gusta de trabajar y rechaza la condición de inferioridad que su tiempo le ha dado a las mujeres. La relación entre los protagonistas resulta dulce y conmovedora. Se acercan con romanticismo y evoluciona con naturalidad, sin giros forzados ni pérdidas de coherencia con los personajes.
Es divertida, rápida y muy romántica. Y algo que personalmente me agrada en los romances históricos, es la primera de una saga de 4. Totalmente. Recomendable.


Mi puntuación: